martes, 9 de octubre de 2012

Miradas.

En los tiempos en los que uno reflexiona respecto a las palabras dichas, las miradas encontradas, los momentos vividos, las sonrisas arrancadas sin querer, nos ponemos a pensar ¿Qué vale más? ¿Cómo se conoce a una persona?

Yo confío fehacientemente en las miradas ¿Cómo poder falsificar una? Es imposible.
Es utópico ver cómo muestran lo que hay en el alma, a través de un sólo sentido puesto en acción.
Cuando estás tristeTus ojos lo evidencian, no pueden mentir, aunque digas ''Todo está bien'' Si está todo mal, se nota.
Cuando estás feliz Los ojos brillan, gritan ''Che, sonrío con la mirada''
Cuando amás a alguien:  Se llenan los ojos de luz, ''Ese brillito en los ojos'' del que tanto se habla, es real, denota lo que se siente internamente.
Dos miradas que se cruzan hablan, en silencio, dicen todo sin decir nada. Manifiestan lo que nuestra alma quiere decir, sin dialogar. Van más allá de los ojos, y de lo que se ve, penetran dentro nuestro.
Hay, también, otras que de sólo divisarlas nos elevan, nos transportan a un lugar más allá de lo existente.
Bajo ciertas miradas nos sentimos fuertes, cobramos poderes sobrenaturales, somos todo lo que queremos ser, estamos donde queremos estar.
Existen otras desconocidas, esas que queremos dominar, que queremos hacer parte nuestro, son esquivas y lastiman, porque al verlas sabemos que no nos pertenecen.
Encontramos, a medida que pasa la vida, otro tipo de miradas, esas que nos sonríen:
Sonreír con la mirada es como mostrar lo que en tu alma ocurre, aporta más que mil palabras, que se pueden olvidar. Son como un ''plus''... Sonrisa, y mirada, a la vez, a la par.  Perduran en el tiempo, son eternas, como la esencia misma, son una manera de amar.

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