Como consecuencia de la represión de mis impulsos naturales supe encontrarme en un lugar oscuro, de ese que no cualquiera tiene el valor de salir.
Sentí una fuerte presión en el alma, estaba soltando la pesada carga de la libertad. Limité mi horizonte, intentando conocerme más, encontré dentro de mí algo que nunca imaginé, donde creí ver a una mujer había una niña, que intentaba crecer. Una nena de diez años, que necesitaba contención, que pedía a gritos un poco de comprensión, que la abracen, sin preguntar por qué.
Viajé, aún más, y logré, por fin, comprender por qué Satán se obstinó conmigo, emancipé ese sentimiento tan ajeno a mí, el odio.
¿Por qué ansiar esa despedida? ¿Por qué siquiera pensé en darme por vencida?
En tiempo presente descubrí algo relevante: Mientrás hacés el amor con la noche, yo cuento en un par de líneas cómo fue que aquel verano supiste robarme la calma. Ahora, que tu vida sigue, como si no existiera un pasado, entendí que mi destino, no va a ser nunca estar a tu lado.
Sería espléndido que todos hagamos introspección, que meditemos el por qué de cada acción. Mi intuición me guío por el camino que me da la paz que ansío, obtuve el sosiego que tanto necesito.
Sé que el amor me va a rescatar, no dudo que al mundo, también. El amor cura, y nos va a seguir salvando.
Dicen que la escritura ha de ser el lenguaje del alma, que las manos, un lápiz y un papel denotan lo que sentimos profundamente, sin restricción. Son miles de sentimientos encontrados en un par de letras unidas al azar, ahí está lo más puro de cada uno, lo que no se puede reprimir.
Es como si las palabras supieran juntarse, como si una persona dentro nuestro nos dicta qué escribir y nosotros, simplemente, nos dejamos ser.
jueves, 26 de julio de 2012
martes, 17 de julio de 2012
Aprender a vivir.
Otra alma que encontraba, una más que me acompañaba. Todo se tornó raro, todavía no encuentro la explicación, sé que está dentro mío, en algún rincón. Ya no le temo a esa sensación, porque deja amor, en mi corazón.
Tuve que empaparme de aflicción para descubrir qué necesitaba, necesité hundirme para renacer. Fue menester sentirme apartada, para aprender a crecer.
Cada palabra, cada gesto, despertaba un sentimiento honesto. Una sonrisa, iluminaba el lugar, encendía en el pecho una luz particular, ese sentimiento de plenitud, esa corazonada de saber que todo va a estar bien.
No podría explicarlo con palabras, expresarme total y libremente. Cada lector va a apuntar a su lado consciente.
Sólo yo comprendo lo que significa, y cuán importante es para mí. A veces pienso, indago, me pregunto una y mil veces ¿Qué haría si no puedo despertar? ¿Moriría, o sólo vería la verdad?
Aún así, me come una vez más, siempre termino vencida a sus pies. Ese miedo represor que parece haberse instalado en mí es el que me hace dar dos pasos hacía adelante, retroceder y no poder seguir.
¿Cuántos casilleros más voy a dejar vacíos? ¿Cuántas horas van a a seguir pasando, dejándome sin brillo?
No todo es tan malo, como parecería ser, mi vida no se basa en temer...
A través de mis sentidos supe aprender a valorar cada cosa a mi alrededor: El perfume de su piel, la mirada penetrante, escucharlo pronunciar mi nombre con esa sonrisa desafiante; sentir el calor de mis manos y las suyas, viajar con cada sonido que se presentaba, poder, por fin, decir que era todo lo que necesitaba, lograr, ésta vez, no arrepentirme de nada.
Pero... Esto no es una historia, ni una declaración de amor, sólo le escribo en forma de agradecimiento, por ayudarme a encontrarme a mí misma, dentro de un completo desierto.
Generó cosas impresionantes, y aún así, no me enamoré, me mostró la luz, y la disfruté. Será que siempre seguimos jugando al masoquista, y nos empeñamos en sufrir, será que la vida tiene algo mejor para mí...
Quizás es como dice Freud y siempre encontramos algo de placer en padecer.
Todavía son cosas que me cuesta entender, por el momento sé que me contagió su pasión por vivir, me inició hacía la felicidad, sin mentir y no dejo de agradecerle, también, por enseñarme siempre a ser fuerte y un poco indulgente.
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