El que abandona no tiene premio.

Me cansé de llorar... Porque nunca el dolor es tan fuerte como para dejar de sonreír. Todo tiene su causa y efecto.
Me cansé de olvidar... Los recuerdos están para que, cuando estés por caer, te salvés del golpe brusco.
Me canse de esperar... Porque nadie es como yo quiero, porque las cosas nunca van a ser a mi manera, porque no todos sienten igual que yo.  Cada uno tiene su lucha. Ya no espero nada de nadie, pero tengo esperanzas de ser plenamente feliz.
Me cansé de el miedo... Porque sé que soy fuerte y que nadie puede derrotarme, sin mi consentimiento.
Me cansé de gritar... A veces nadie te escucha y estás solo, de qué sirve levantar la voz si hay quienes no te escuchan por más de que tengas un micrófono.
Me cansé de ilusionarme... La ilusión es la ilusa que ve salvación.
Me cansé de mentir... Es el peor pecado, en la mentira recae todo lo malo...
Me cansé de arrepentirme... Porque las cosas las hago por algo, y si las hice está bien, sea cuál sea la consecuencia.
Me cansé de idealizar... Nadie es perfecto, ni está cerca de serlo.
Me cansé de mirar (sin ver)... El mejor reflejo es el que da el espejo, ahí te ves tal cual sos, sin ningún tipo de inhibición. No hay nada mejor que mirarse y ver quién está ahí, evaluar si realmente te conocés cómo pensás.
Me cansé de dormir, de cerrar los ojos y pensar que cuando me levante todo va a ser mejor. Hay que LUCHAR.



De lo que nunca me voy a cansar es de soñar, de jugar, de saquear risas ajenas. Después de todo es lo único que me llena el alma.