¿A dónde voy? ¿De dónde vengo? ¿Quién me acompaña? ¿Quién soy?
Da miedo encontrar ciertas respuestas, da miedo tropezar en el camino, siempre me pregunto ¿Sola me podré levantar? ¿Cómo? Si no encuentro por qué ¿Cómo seguir?
A veces es mejor no perder el tiempo con preguntas, y dejarse llevar como si las dudas fueran certezas y la lluvia que, quizá, hoy tanto pesa y deprime se convierta en una leve llovizna, casi una brisa, que te eleva y te lleva lejos, como un viaje, pero sin destino, sin mochila, a la deriva.
Desde siempre las cosas, se supone, tienen solución, una sola, una respuesta a esa pregunta, una sola ruta para llegar, nadie se pone a evaluar otra posibilidad porque así se estableció y, suponen, no indagar debe ser lo correcto.
¿A dónde voy? A vivir mi vida. ¿De dónde vengo? No sé. ¿Quién me acompaña? La gente que quiero. ¿Quién soy? Caterina, una chica de 18 años que estudia psicología.
Respuestas mediocres, a preguntas con miles de respuestas. ¿Soy Caterina, mi nombre me define, mi carrera me define, mi edad? Y así podría estar horas haciendo preguntas sobre las preguntas.
Yo pienso que no todo termina acá, que soñar es parte de emprender el camino para que lo que anhelás se haga realidad; que los DEJA VÚ, los recuerdos que parecen ajenos a nosotros hablan más de nuestro interior, más que nosotros mismos, porque cuentan cosas profundas, de nuestra alma pero, quizá, que fueron presentes en otra vida.
No tengo mi vida resuelta, ni pienso tener la respuesta a nada, porque precisamente no trato de encontrarle esa solución inútil que se pretende. No me obstino en saber por qué ciertas cosas me pasan a mí, por qué si yo no hice nada y demás preguntas que todos nos hicimos alguna vez.
También opino que las almas quedan unidas eternamente, por eso hago una diferencia entre cuerpo y alma. Son cosas muy opuestas.
El cuerpo es algo material, corrompible, destructible.
El alma es algo puro, infinito, incorrompible.
Ver más allá de los sentidos es lo que me colocó en un lugar en el que me siento muy cómoda, en el que encontré más que una respuesta, miles y sin buscarlas. Aprendí a sentir con el alma: Interpretar una mirada, sentir un aroma tocándolo, sentir los colores, sé que se puede ''escuchar la música'' aún siendo sordo e infinitas cosas que me hicieron sentir que estoy en el camino adecuado.
Conectarse con lo que no se ve: El pasaje, más barato, hacia la felicidad, la eterna felicidad.
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